Sunday, March 3, 2013

The main inspiration for the blog/ La inspiración principal de este blog


THE FAMILY

A PROCLAMATION TO THE WORLD

WE, THE FIRST PRESIDENCY and the Council of the Twelve Apostles of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, solemnly proclaim that marriage between a man and a woman is ordained of God and that the family is central to the Creator’s plan for the eternal destiny of His children.
ALL HUMAN BEINGS—male and female—are created in the image of God. Each is a beloved spirit son or daughter of heavenly parents, and, as such, each has a divine nature and destiny. Gender is an essential characteristic of individual premortal, mortal, and eternal identity and purpose.
IN THE PREMORTAL REALM, spirit sons and daughters knew and worshipped God as their Eternal Father and accepted His plan by which His children could obtain a physical body and gain earthly experience to progress toward perfection and ultimately realize their divine destiny as heirs of eternal life. The divine plan of happiness enables family relationships to be perpetuated beyond the grave. Sacred ordinances and covenants available in holy temples make it possible for individuals to return to the presence of God and for families to be united eternally.
THE FIRST COMMANDMENT that God gave to Adam and Eve pertained to their potential for parenthood as husband and wife. We declare that God’s commandment for His children to multiply and replenish the earth remains in force. We further declare that God has commanded that the sacred powers of procreation are to be employed only between man and woman, lawfully wedded as husband and wife.
WE DECLARE the means by which mortal life is created to be divinely appointed. We affirm the sanctity of life and of its importance in God’s eternal plan.
HUSBAND AND WIFE have a solemn responsibility to love and care for each other and for their children. “Children are an heritage of the Lord” (Psalm 127:3). Parents have a sacred duty to rear their children in love and righteousness, to provide for their physical and spiritual needs, and to teach them to love and serve one another, observe the commandments of God, and be law-abiding citizens wherever they live. Husbands and wives—mothers and fathers—will be held accountable before God for the discharge of these obligations.
THE FAMILY is ordained of God. Marriage between man and woman is essential to His eternal plan. Children are entitled to birth within the bonds of matrimony, and to be reared by a father and a mother who honor marital vows with complete fidelity. Happiness in family life is most likely to be achieved when founded upon the teachings of the Lord Jesus Christ. Successful marriages and families are established and maintained on principles of faith, prayer, repentance, forgiveness, respect, love, compassion, work, and wholesome recreational activities. By divine design, fathers are to preside over their families in love and righteousness and are responsible to provide the necessities of life and protection for their families. Mothers are primarily responsible for the nurture of their children. In these sacred responsibilities, fathers and mothers are obligated to help one another as equal partners. Disability, death, or other circumstances may necessitate individual adaptation. Extended families should lend support when needed.
WE WARN that individuals who violate covenants of chastity, who abuse spouse or offspring, or who fail to fulfill family responsibilities will one day stand accountable before God. Further, we warn that the disintegration of the family will bring upon individuals, communities, and nations the calamities foretold by ancient and modern prophets.
WE CALL UPON responsible citizens and officers of government everywhere to promote those measures designed to maintain and strengthen the family as the fundamental unit of society.




LA FAMILIA

UNA PROCLAMACIÓN PARA EL MUNDO

NOSOTROS, LA PRIMERA PRESIDENCIA y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos.
TODOS LOS SERES HUMANOS, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos. El ser hombre o el ser mujer es una característica esencial de la identidad y del propósito premortales, mortales y eternos de la persona.
EN EL MUNDO PREMORTAL, hijos e hijas, procreados como espíritus, conocieron a Dios y lo adoraron como su Padre Eterno, y aceptaron Su plan por medio del cual Sus hijos podrían obtener un cuerpo físico y ganar experiencia terrenal para progresar hacia la perfección y finalmente lograr su destino divino como herederos de la vida eterna. El divino plan de felicidad permite que las relaciones familiares se perpetúen más allá del sepulcro. Las ordenanzas y los convenios sagrados disponibles en los santos templos hacen posible que las personas regresen a la presencia de Dios y que las familias sean unidas eternamente.
EL PRIMER MANDAMIENTO que Dios les dio a Adán y a Eva se relacionaba con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres. Declaramos que el mandamiento de Dios para Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece en vigor. También declaramos que Dios ha mandado que los sagrados poderes de la procreación han de emplearse sólo entre el hombre y la mujer legítimamente casados como esposo y esposa.
DECLARAMOS que los medios por los cuales se crea la vida mortal son divinamente establecidos. Afirmamos la santidad de la vida y su importancia en el plan eterno de Dios.
EL ESPOSO Y LA ESPOSA tienen la solemne responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos. “…herencia de Jehová son los hijos” (Salmo 127:3). Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. Los esposos y las esposas, las madres y los padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones.
LA FAMILIA es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y ser criados por un padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad. La felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, de la oración, del arrepentimiento, del perdón, del respeto, del amor, de la compasión, del trabajo y de las actividades recreativas edificantes. Por designio divino, el padre debe presidir la familia con amor y rectitud y es responsable de proveer las cosas necesarias de la vida para su familia y de proporcionarle protección. La madre es principalmente responsable del cuidado de sus hijos. En estas sagradas responsabilidades, el padre y la madre, como compañeros iguales, están obligados a ayudarse el uno al otro. La discapacidad, la muerte u otras circunstancias pueden requerir una adaptación individual. Otros familiares deben brindar apoyo cuando sea necesario.
ADVERTIMOS que las personas que violan los convenios de castidad, que maltratan o abusan de su cónyuge o de sus hijos, o que no cumplen con sus responsabilidades familiares, un día deberán responder ante Dios. Aún más, advertimos que la desintegración de la familia traerá sobre las personas, las comunidades y las naciones las calamidades predichas por los profetas antiguos y modernos.
HACEMOS UN LLAMADO a los ciudadanos responsables y a los funcionarios de gobierno de todas partes para que fomenten aquellas medidas designadas a fortalecer a la familia y a mantenerla como la unidad fundamental de la sociedad.

No comments:

Post a Comment